Sentí el aroma de algún Frankestein o Drácula, al hacer esta foto. Ay, fantasmas y miedos siempre tenemos alguno. Los temores me han enseñado que, mucho mejor que luchar contra ellos, es abrazarlos: forman parte de ti. Abraza tú tb a tus monstruos. (Foto tomada en el Castillo de Olite, Navarra)
Los grandes placeres vienen y van en olas a capricho, surfearlos es todo un arte. La gran ingeniería vital es abrir la puerta al yodo, el viento y el azul de la vida cuando no hay olas y el día es gris. Inventarse uno microplaceres que pongan canela al café. Abrir esa puerta cada día porque sí, y mirar el mar de cada uno con placidez.
(Foto tomada en Santander, Palacio Magdalena).
Paseaba por Londres y me encandiló esta ventana de familia feliz, donde la gente se quiere y toma el té. Me gusta rodearme de gente feliz o que lo intenta casi todo el rato: ése es el bótox que mi alma quiere y toma a su hora del té.
Con cariño y cuatro cosas. Esta semana una compañera de trabajo nos ha escrito a todos una carta muy bonita. Y pensé en las personas como ella, que saben hacer un rincón tierno de una ventana tapiada. La alquimia cotidiana se hace con cuatro cosicas y cariño. Esta semana una compañera nos mandó una carta bonita, y yo con amor le dedico esta ventanita.
Sueños a la carta, este despacho movió mi sueño de PENSAR en calma, sin prisas. Miro, os escucho, leo sueños imposibles, tontos, secretos, tiernos, justos: correr una maratón, construir familias grandes y felices, comer todos los días, adelgazar, viajar, vivir con dignidad, morir con dignidad. La vida y la historia se construye de sueños cumplidos y, también, de sueños rotos. Pese a todo, soñar es un interruptor que enciende y mueve la brisa que sopla fuerte las velas en nuestro viaje a Ítaca, donde lo que al alma importa es que la naveguemos firmes, sea cual fuere nuestro puerto.