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Ponerse hasta arriba de #azul

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Vengo de un retiro digital que me ha dejado algo de tiempo para  lo que me gusta, y para pensar sobre todas esas cosas que quiero hacer: paisajes por caminar, metas, alguna que otra batalla, sueños y mapas que dibujo en año nuevo y lanzo el tiempo en una botella llena de incertidumbre.
Me digo que todo buen viajero debe saber hacia dónde va. Allá que voy,  y marco el rumbo.
Pero también me digo que nada merece la pena si, en el mientras, pierdo el azul. El brillo. Nada merecerá la pena si dejo de ser la loca que se arrima a los árboles para ver cómo hablan con el cielo, nada habrá servido si aparco las botas que me han llevado a tantos sitios, o si guardo la alegría que tantos años me costó.
Este año quiero cantar bien alto las cosas bonitas que busco, sobre todo, en los días en que nada señala belleza ni nadie entona una canción. Quiero estirar las ramas y, por fin, tocar algo de cielo, que ya me toca, pero nada merecerá la pena si pierdo la locura que me mantiene sana, la que juega y se da un banquete de todas esas cosas llenas de #azul.

#color

verde

Hay colores que lo cambian todo: el ánimo, la cabeza loca, la rutina.

He pintado mucho de blanco estos meses, para llegar al sueño mirando la noche con un silencio que la mente no sentía.
Esto de vivir tiene su arco iris.

Pinto de blanco pero no me olvido que lo mío es también  el color de la higuera y el olor del verano, aunque siga pintando de blanco el invierno – para llegar al sueño en silencio,  ese que la mente no encontraba, pero quería-.

#luz

la piel

Cualquier trozo de mundo con la luz adecuada, hechiza.
Busco la caricia del amanecer o el atardecer cuando salgo con mi cámara porque soy girasol curioso. Los  días que la luz no está, uno se la inventa.
Pero, las más de las veces, solo hace falta un poco de buena mirada para ver que cualquier trozo de mundo, con la luz adecuada, brilla.
Incluso los corazones más ajados se iluminan con una sonrisa.
Cualquier trozo de mundo, con la luz adecuada, baila.

Días de azul

DÍAS DE AZUL

 

Hay días en que la memoria me pide que hagamos una excursión al azul.
Le cojo de la mano y paseamos minutos de mar.
Tumbamos al sol cualquier pena.
Nos embarramos de calma.
Pasamos el rato queriendo, como si en el horizonte no hubiese nada más que barcos con muchas ganas de amar.
A veces soy yo la que llamo a mi memoria. «Estoy triste», le digo.

Ella ríe, ensilla el tiempo y cabalgamos juntas todos esos momentos llenos de azul.

El verano de las flores libres.

IMG_20180625_174725Hay flores a las que nos basta con coger la primera hoja que pase que vuele a a eso distinto que no es igual para todas: algunas quieren hogar, otras otros mundos. Esta vez yo elijo la calma y estar como me plazca, triste o feliz, en paz o enfadada, brillante o marchita.

Pareciera que sólo en vacaciones se vive, y a mí me entra estrés con esa sensación  de que estoy obligada a ser feliz escalando montañas o navegando océanos: este verano mi único plan es no  afanarme en travesía ninguna, salvo la de coger la primera hoja que pase que vuele a algún lugar distinto de la prisa, del pasado,  del futuro, de la lucha, de la rutina, del deseo, de la ausencia, de la preocupación, del miedo. Tal vez sea un bosque, tal vez  un libro, tal vez una piedra donde pueda sentarme libre y descalza a cantar #summertime, lejos de cualquier duda y de todo anhelo.