Tu felicidad requiere práctica y talento y, por si no lo sabes, es cuestión de voluntad. Diaria. La sed de emociones pide quimeras, porque nada tan tentador como una buena paella no teniendo marisco: nos enseñan que los delicatessen, cuanto más caros y lejanos, mejor. Juega a nuestro favor que, para el alma, precio y valor no son sinónimos, y aprendemos que la dicha se amamanta con sencillez. Que si algo o alguien no te llena, pues problemicas tenemos todos, y tendrás que inventarte tú otra fórmula o fabricarte formas nuevas de vivir lo que ya tienes, en tanto en cuanto luchas (o no) por que todo cambie. Que todo esto del día a día no va de grandes gestas, sino del poco a poco. Que el vaso del esfuerzo se agota y aliñar tus horas con alegría, especialmente cuando no hay razones para ella, es lo más razonable. Que la felicidad requiere habilidad: la que desayuna alquimia con café. La que, al alba, nos anima hoy y ahora a cocinar algo rico con las alegrías y tristezas que tenemos en la nevera.