Enamórate de alguien, de algo, de la forma que sea. De un lugar que conozcas o que esté por conocer. De una idea nueva, o saca brillo a las que guardaste en el desván. Enamórate de los que ya te quieren. Enamórate de los recuerdos, pero de los que hacen que rías a solas por la calle. Enamórate de querer estar enamorado pese a todo. Del silencio, si estás solo. Del ruido de los que anidan contigo. Enamórate del alba o de la música a medianoche, de tu ciudad o de un viaje loco, del paseo de domingo, de la siesta del sábado, del vermú con los amigos, de un libro, del olor del cuerpo que amas o amaste, de todo lo que queda por descubrir, o de lo que ya aprendiste. Del vino que te sacó la risa tonta el día menos oportuno, de los que siguen creyendo en algo, de tu pastel favorito, de los que venden flores. Enamórate de ti mismo, en la salud y en la enfermedad: de lo que fuiste, eres y serás. Ojalá llenes tus huecos con todas esas pequeñas cosas que dibujan sentido a un día tonto. Sal a la calle y ¡enamórate!.