Dame un trocito de cielo
A veces, la felicidad solo pide un trocito de cielo.
Tantos pasos andados con la vista alzada.
En días de habitaciones cerradas y reuniones aburridas, el ojo me viaja rebelde al otro lado de la ventana. Ay, me habla, dame una miaja de agua y un poco de cielo.
Yo ya no quiero un día que no me traiga un pedazo de azul.
Recolecté amaneceres y aprendí todo aquello que puede arreglarse cazando -aunque sea unos minutos- un trocito de cielo.