Palabras como flores de manzanilla
“Estas son solo unas notas para recordar el camino” dice Nieves Pulido en su poemario Flores; los poemas, cada uno con nombre de una flor distinta, cada uno como una nota, una pequeña melodía. ¿Con qué flores sembramos nuestros días? ¿Qué aroma entonan los pensamientos?
El ramo de las primeras veces, lleno de rosas y lirios del valle, margaritas e ilusión. El de las despedidas, hojas recién caídas del árbol. El de las oportunidades, que huele a lavanda silvestre creciendo ajena al esfuerzo, espantando el mal. El del juego y la alegría infinita de los girasoles: yo también busco la luz, soy girasol sol sol que saca los brazos al sol.
Por qué no regalarnos un ramo de esperanza y jazmín, como cada vez que alguien nos envía a casa palabras con aroma a confianza. En su honor, en días grises me fabrico un ramo de sueños de dientes de león que sobrevuele la niebla que puebla la rutina: ellos hablan el lenguaje de las hadas, ¡es bueno dejarles hacer!
Ay, aquellas veces en las que un ser querido nos da un beso con rama de olivo y olvida un enfado. Los abrazos de todo tipo y condición, como flores de manzanilla, que todo lo curan… así quisiera que fuesen las palabras que canto y los libros que escribo.
Hoy quiero creer que las flores, ideas, palabras, pensamientos, incluso muchos de nuestros recuerdos son una manera distinta de flor de loto: da igual si nacen del barro, la tristeza o el miedo. Al final, un solo nenúfar puede iluminar todo el estanque.
Así quisiera que fuesen las palabras que canto y los libros que escribo.
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