En los huecos tristones que deja la ilusión cuando se va, en los sábados que se visten de lunes, en los planes que se escurren y las risas que no salen, yo le bailo al desencanto: por si es el preludio de un nuevo canto.
Hay hojas secas que quieren ser árbol, y la belleza no entiende de tiempo, de vida o de muerte, de pérdida, de otoño, de recuerdos, de pobreza, de tristeza. Por eso hay hojas secas que todavía quieren ser árbol.
En días de cielo y vida pesada, como hoy, conviene recordar cómo ser una nube despreocupada y ligera, que le tapa los ojos al azul. Cuánta razón hay en jugar sin razón.