Abuelas de antes (1): «hija mía no te cases».
“Hija mía NO-TE-CASES: pero si ahora trabajáis, conducís, os vais de vacaciones solas:¿casaaarse PA-QUÉ?” Dijo esa abuela que vino a la ciudad de luto y pañuelo en la cabeza, cuando vio la vida de su nieta. A las chicas de pueblo las abuelas nos metieron el bordado del ajuar mientras las feministas quemaban sujetadores. Antes muertas que dejarte salir mal peinada, “hija mía esos pelos que pareces una pelucia”, no pedían mucho a la vida ni al matrimonio, asumían que “cada altar tiene su cruz”, y la falta de opciones la suplían con providencia, pues “el que está pa-ti no te lo quita nadie, que matrimonio y mortaja del cielo baja”. Buen pretendiente era quien apreciaba sus guisos: “el que por comer no se mata, por trabajar menos”, y lo peor que podía hacer un novio era dejarse comida en el plato.
Sospechaban de tus noches de juerga, que tenías que penar (“nadie va de romería que no le pene al otro día”). Me pregunto qué nos dirían a todas esas nietas… unas divorciadas,otras en imposibles conciliaciones familiares-laborales, a las que viajan y se despeinan, a las madres solas, a las que se nos olvidó coser. Tal vez, como la abuela de mi amiga que vino de un pueblo de Teruel, acabarían quitándose el luto y -donde dije digo, digo Diego- “Hija mía NO-TE-CASES”, salvo… ¿quizás?, con alguien que te llene el corazón y haga de tu vida un lugar mucho mejor.
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